miércoles, 8 de julio de 2009

MANSEDUMBRE Y HUMILDAD


CONFESA (MOVIMIENTO FAMILIAR CON FE EN EL SALVADOR)

CONFERENCIA:

MANSEDUMBRE Y HUMILDAD

PONENTE: Lic. CARLOS OLIVO

FECHA: 27 DE JUNIO 2009



DEFINICIONES

Mansedumbre es la virtud que modera la ira y sus efectos desordenados. Es una forma de templanza que evita todo movimiento desordenado de resentimiento por determinado acontecimiento.

Dentro de la teología cristiana, la mansedumbre es uno de los llamados Frutos del Espíritu Santo, estos frutos son beneficios y manifestaciones del verdadero cristiano.

Sinónimos de mansedumbre. cordialidad ,docilidad dulzura generosidad hidalguía indulgencia lealtad liberalidad longanimidad magnanimidad nobleza predilección

Humildad.

Cualidad del carácter de una persona que le hace restar importancia a sus propios logros y virtudes y reconocer sus defectos y errores. soberbia, vanidad, teológicamente también uno de los frutos del espíritu

Sinónimos de la humildad : modestia, docilidad, recogimiento, recato, paciencia, moderación, timidez, vergüenza, suavidad, humillación, sencillez, llaneza, acatamiento, sumisión, obediencia.

Jesús nos invita a aprender de El. (Mt 11, 28).

“Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, porque mi yugo es suave, y mi carga ligera”

El yugo es un instrumento pesado de madera que une por el cuello a las mulas o a los bueyes. Une estrecha y forzadamente a ambos animales obligándolos a unir sus destinos y a caminar por la misma ruta. La palabra viene del latín “iugulus”, de donde viene el nombre de las venas “yugulares”, expuestas peligrosamente a ambos lados del cuello, o la palabra “cónyuges”, implicando a dos seres que permanecen de tal forma ligados que uno no puede cambiar de ruta sin involucrar al otro.

Lo que el mundo nos propone

La cultura post-moderna nos propone la liberación de todo yugo, del religioso, del matrimonial, de la Ley de Dios, de la moral, de la civilidad. Yo soy dueño de mí mismo, y si quiero puedo desnudarme totalmente en la plaza pública para que Tunik me fotografíe con otros miles de liberados, y puedo asesinar a mi hijo en el vientre porque mi cuerpo es mío y puedo hacer con él lo que yo quiera, y puedo emplear cualquier medio para liberarme socialmente, y puedo casarme con un homosexual porque la Ley Natural no existe o la menosprecio, y puedo hacer fraude pues primero está mi bienestar: puedo quitarme de encima cualquier yugo, porque nadie puede limitar mi felicidad ni coartar mi realización personal.

Lo que nuestro líder Jesucristo nos propone

Lo que Jesucristo Hijo de Dios nos propone, no solo rompe con la cultura de la liberación que quiere prescindir de todo yugo, sino que nos hace reflexionar si a la vuelta de la esquina el deshacerme de cualquier sufrimiento personal, no me deja más bien con el alma seca, deprimida, aburrida y asqueada, porque finalmente la felicidad que se nos prometía como espejismo acabó por esfumársenos entre las manos. Más aún, Jesucristo nos invita a tomar el yugo de Él, que es la mansedumbre y humildad de corazón.

El rumbo que su corazón amoroso nos trazó, es el camino de la felicidad, de la verdadera realización personal, la de quien vive en paz, y seguramente morirá en paz.

El Hombre mas grande que ha existido nos muestra su humildad

La vida oculta de Jesús en Nazaret no fue brillante, ni famosa, ni con ningún prodigio visible a los ojos de los hombres. Fue una vida humilde. No ocurre en aquel tiempo nada extraordinario. Lo verdaderamente extraordinario es precisamente que sea el Hijo de Dios aquél que vive con normal sencillez y la manifiesta tanto en Belen como en Nazareth.

Pero, como mejor lección, se pondrá a sí mismo como modelo: aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón.

La soberbia y la humildad

La soberbia consiste en el desordenado amor de la propia excelencia como la definía Santo Tomás. La soberbia es la afirmación aberrante del propio yo. Ese desorden libre es la raíz de su maldad, la soberbia es rebeldía ante Dios, y busca la superioridad ante los demás.

El humilde ve la realidad como es ,sin engaños ni deformaciones egoístas. Supera la visión deforme del vanidoso que se resiste a reconocer los propios defectos o limitaciones.

El humilde ve lo bueno como bueno, lo malo como malo y lo mediano como mediano. En la medida en que un hombre es más humilde crece una visión más correcta de la realidad. Cuando localiza algo malo en su vida puede corregirlo, aunque el diagnóstico o la cura le resulten dolorosos. El soberbio al no aceptar o no ver, ese defecto no puede corregirlo, y se queda con él. El soberbio no se conoce o se conoce mal.

La lucha por ser humilde consistirá en intentar conocerse cada uno como Dios le conoce. Verse como Dios le ve. Dios ilumina a los hombres de buena voluntad. Los hombres hemos de mirar la verdad a la luz de Dios. Diversos hombres de Dios han descrito transformaciones y grados de humildad con una gran sabiduría.

La Escalera para alcanzar la Humildad

Aquí podemos reducir este proceso a un subir escalonado en el que los escalones son: conocerse, aceptarse, olvido de si, darse.

Conocerse.

Es el primer paso de la humildad. Ya los griegos antiguos ponían como una gran meta humana el aforísmo: "Conécete a tí mismo". La Biblia dice a este respecto que es necesaria la humildad para ser sabios: Donde hay humildad hay sabiduría . Sin humildad no hay conocimiento de sí mismo, y, por tanto falta la sabiduría, y esto nos convierte en soberbios, para conocernos debemos hacer una reflexión profunda hacia nuestro interior y entonces encontraremos las virtudes y los vicios.

Aceptarse

Una vez se ha conseguido un conocimiento propio más o menos profundo viene el segundo escalón: aceptar la propia realidad. A veces puede resultar difícil, porque la soberbia se rebela cuando la realidad es dificil. Es frecuente que, ante un hecho, de esta naturaleza, el orgullo se niegue a aceptar que aquella acción haya sido real, y se llega a pensar: "no puedo haberlo hecho", o bien "no es malo lo que hice", o incluso "la culpa es de los demás".

El que no acepta las propias limitaciones se expone a hacer el ridículo de una manera notable, por ejemplo, hablando de lo que no sabe, o alardeando de lo que no tiene.

En definitiva, la aceptación de uno mismo lleva a poder mejorar porque se es más humilde. Sin este escalón es fácil que se llegue a cumplir una mentira bastante frecuente: vive como piensas o acabarás pensando como vives. Es decir, cuando no se acepta que lo que se hace está mal hecho se intenta buscar teorías justificadoras del mal al cual no se acepta rectificar.

Olvidarse de uno mismo.

Es un tercer paso. El orgullo y la soberbia llevan a que el pensamiento y la imaginación giren en tomo al propio yo. Si se ha seguido los escalones anteriores de procurar conocerse y de aceptar la propia realidad tal cual es, el tercer paso es altamente liberador, pues se trata de despreocuparse del propio yo. Este camino se llama olvido de sí. No se trata de mostrar desinterés por el conocimiento ni indiferencia ante los problemas, sino que se busca superar el pensar demasiado en uno mismo, y entonces entramos en el estado de contentamiento. El olvido de sí conduce a un sano abandono, que consiste en una despreocupación responsable. Las cosas que ocurren -tristes o alegres- ya no preocupan, solo nos ocupan.

No deja de ser una realidad ampliamente comprobada que, cuando la humildad llega al nivel de darse se experimenta más alegría, que cuando se busca el placer egoístamente. HECHOS 20:35 En todo os he enseñado que, trabajando así, es necesario sobrellevar á los enfermos, y tener presente las palabras del Señor Jesús, el cual dijo: Más bienaventurada cosa es dar que recibir. La persona generosa experimenta una felicidad interior que no goza el egoísta y el orgulloso.

Ahora es posible ver mejor el sentido de la humildad de Jesús en su vida oculta. Ciertamente vino a enseñar como Maestro. Pero no podía actuar más que del modo que expresase mejor su inmenso amor, y este modo debía ser el más humilde.

Conclusion

La Humildad supera la soberbia y nos permite vivir cerca de Dios.

Jesús vive la verdad ante los ojos del Padre. Jesús ama sin condiciones. En la vida sencilla de Nazaret no entran ni la vanidad en el trabajo, ni los lujos, ni las mil inquietudes del orgullo y la soberbia. El pecado es vencido desde el silencio de una casa sencilla antes de ser derrotado en el Sacrificio Redentor de la Cruz.

La vida de Jesús en Nazaret se expresa de una manera, y ésta es la mansedumbre, la humildad y la alegría como frutos de un amor total hacia nosotros.



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