martes, 9 de febrero de 2010

CERO HOMICIDIOS EN EL SALVADOR

DR. Jorge Martínez Menéndez

Según encuestas de opinión pública, el problema principal que agobia al pueblo salvadoreño es la delincuencia.

Las medidas aplicadas, como la Mano Dura y la Súper Mano Dura, en vez de disminuirla, la recrudecieron, ya que toda acción provoca una reacción, y por este motivo, son preocupantes los asesinatos colectivos acaecidos en días recientes, que algunos expertos no descartan que sean hechos atribuibles a grupos de exterminio.

Cada día se cometen delitos más atroces, haciéndonos dudar sobre la efectividad de los métodos disuasivos y represivos aplicados por las autoridades y del rol de los distintos actores de la administración de justicia, como la Policía Nacional Civil, el Órgano Judicial, la Fiscalía General de la República y la intervención del Ejército.

El sistema carcelario no rehabilita al delincuente, los altos índices de reincidencia lo demuestran. Por el contrario, el delincuente sale de prisión graduado en “malas mañas”, que aumentan su peligrosidad. Las cárceles son en la práctica, la “Universidad del Delito”.La mayoría de los hechos delictivos que se cometen en El Salvador quedan impunes, y la impunidad fomenta la delincuencia, así lo dejó escrito el sabio Salomón: “Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal” (Eclesiastés 8:11).

CULTURA DE PAZ

Los problemas que afectan nuestra realidad nacional, se han convertido en parte de nuestra cultura, por lo que es necesario re fundar nuestra sociedad con valores positivos que erradiquen la cultura de violencia, muerte, pobreza, corrupción, migración, etc., por una cultura de paz. El Salvador es un país que llamándose cristiano vive en una cultura de violencia y corrupción. Las iglesias han crecido en feligresía, cuatro de cada diez salvadoreños asisten a iglesias evangélicas y cinco de cada diez, a la iglesia católica, pero nuestra sociedad no ha sido impactada por los valores cristianos. Los Diez Mandamientos representan el resumen más breve de lo que Dios espera de la conducta humana. Dios dice: “no matarás, no hurtarás, no mentirás,…”, pero aquí, a diario se mata, se hurta, se miente. Ese es nuestro gran desafío, enfrentar la cultura dominante, de violencia y corrupción y promover la cultura de paz. La conducta de los salvadoreños es producto de la cultura dominante en nuestra sociedad; y es la que determina en gran medida la forma en la que cada salvadoreño piensa, cree y actúa. La cultura es aprendida, compartida y transmitida de una generación a otra; por tanto, es un factor que determina, regula y moldea la conducta humana. Si en el hogar hay violencia, desintegración o mal ejemplo, se producirá como fruto un hijo rebelde. Si la escuela no educa, limitándose los docentes a ser enseñadores, los jóvenes no tendrán deseos de superación. Si El Salvador no defiende la cultura de paz, es vulnerable para que la cultura de violencia y corrupción lo continúe agrediendo y victimizando. El gobierno con sus instituciones debilitadas, se encuentra limitado en su capacidad de respuesta ante el fenómeno de la delincuencia, lo cual ha provocado que se pierda el hábito de obedecer y que vivamos en la indisciplina social. Jesús de Nazaret enseñó que un poco de levadura leuda toda la masa. La levadura representa a la minoría que conduce a una sociedad y la masa, a la sociedad conducida. La masa poblacional es débil, moldeable y manipulable. Necesitamos esa levadura que conduzca a la nación hacia la cultura de paz. Los medios de comunicación no deben limitarse a publicitar los hechos de violencia, el promedio diario de muertos y a exigir del gobierno una pronta solución, deben convertirse en promotores de la cultura de paz, utilizando su enorme capacidad de influencia sobre la masa poblacional. Cada cristiano, sea católico, evangélico o de cualquier denominación debe convertirse en un agente de cambio, en un promotor del Reino de Dios, en un baluarte de la contracultura cristiana, para erradicar la cultura de muerte. Dios busca entre el pueblo, a salvadoreños dispuestos a defender su nación, que hagan vallado, que sean una muralla de contención para evitar que la cultura imperante nos destruya. Así lo expresa el Profeta Ezequiel: “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé” (Ezequiel 22:30).

POBREZA Y DELINCUENCIA

Según la Sociología Criminal o Criminología, la pobreza o miseria genera delincuencia, aún cuando no todos los pobres delinquen; porque quien delinque lo hace por elección propia, motivado por su forma de pensar y no por el ambiente que lo rodea.

La conducta es principalmente el resultado del pensamiento. Todo hecho estuvo precedido por el pensamiento. En consecuencia no puede verse al delincuente como víctima, sino como victimario. EL “ITER CRIMINI” La Biblia pone el acento en la persona interior más bien que en las circunstancias. Santiago 1:14, 15 explica: “que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”. Los malos pensamientos alimentan los malos deseos; estos, a su vez, pueden traducirse en acciones perjudiciales. Por ejemplo, la simple curiosidad por la pornografía puede tornarse en una obsesión por el sexo que lleve a una persona a hacer realidad sus fantasías, afectando su manera de pensar hasta convertirlo en un violador, abusador sexual o pedófilo.

La Biblia nos instruye a pensar bien, así:

Filipenses 4:8: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.La lujuria, la codicia y el egoísmo son causas que generan delincuencia.

La Biblia lo establece así:

“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”. (2ª Timoteo 3:1-5).

En las ciencias penales se estudia el “iter crimini” o camino del delito, el cual tiene dos etapas: a) interna, que comprende la ideación, la deliberación y la decisión; y b) la fase externa, que se inicia con los actos preparatorios y culmina con el hecho consumado.

LA REHABILITACIÓN

Que alguien sea delincuente no significa que esté condenado a serlo por el resto de su existencia. El libro Dentro de la Mente Criminal, del Dr. Stanton E. Samenow, se sostiene que así como una persona puede elegir la senda del delito, así también “puede optar por otra vía y aprender a vivir con responsabilidad”. La experiencia ha demostrado que, sean cuales sean sus antecedentes, la gente puede regenerarse. Solo se necesita el deseo de cambiar las actitudes, las motivaciones y los patrones de pensamiento para que se ajusten a las normas inmutables del Creador y no a los valores cambiantes del hombre. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. (2ª Timoteo 3:16 - 17).

LA NATURALEZA CAÍDA DEL HOMBRE

La tendencia a obrar mal es parte de la naturaleza caída de todos los seres humanos. Tanto de los que delinquen como de las personas de recto proceder. Quienes siguen el camino del delito, es porque tomaron esa decisión y las personas correctas vencieron esa lucha interior decidiéndose por hacer lo bueno. El Apóstol Pablo calificó de ‘guerra’ al conflicto que libraba en su interior “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado”. (Romanos 7:21-25). Pero el Apóstol superó victorioso la prueba porque confiaba, no en sus propias fuerzas, sino en la de Dios: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. (Hebreos 4:12).

LA BUENA ALIMENTACIÓN

Una buena alimentación es necesaria para mantener la salud corporal, del mismo modo, si queremos gozar de salud espiritual, debemos alimentarnos con la Palabra de Dios, al respecto: “Jesús respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). DIOS ES MISERICORDIOSO Jesucristo, dijo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores a arrepentimiento” (Lucas 5:32). En los años 1,982 y 1,983 colaboré con la Confraternidad Carcelaria de El Salvador, agrupación cristiana que en el Nombre del Señor servía a la población reclusa, y pude ver muchos casos de rehabilitación de internos, después de entregar sus vidas a Jesús. Estos eran los únicos casos de rehabilitación que sucedían. Haciendo realidad la expresión: “Sólo Cristo salva” .La delincuencia y el resto de males sociales que en nuestro país nos afligen, aparentemente no se le encuentra una solución humana, más la Palabra de Dios nos alienta al profetizar que: “Dentro de poco no existirá el malo.” (Salmo 37:10.) Dios está profundamente interesado en nosotros. Él no es indiferente a nuestra situación, sino está al tanto de cada delito y cada injusticia que se comete, incluidos los que escapan a la vista de los hombres. “Los ojos de Dios están en todo lugar, vigilando a los malos y a los buenos.” (Proverbios 15:3.) Por lo tanto, podemos estar seguros de que los malvados se hallan “en desfiladeros y en su momento los hará caer” (Salmo 73:12, 18). Respecto al actual crecimiento de la maldad y la delincuencia, la Biblia dice: “Cuando los inicuos brotan como la vegetación, y todos los practicantes de lo que es perjudicial florecen, es para que sean aniquilados para siempre” (Salmo 92:7).

“LOS JUSTOS GOBERNARÁN LA TIERRA”

Los cristianos debemos promover el establecimiento del Reino de Dios en la tierra, tal como Jesús lo pidió al Padre en la oración modelo diciendo: “Venga Tu Reino y hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo”. El Reino o gobierno de Dios es de justicia, paz y gozo. Al establecerse ese gobierno que Jesús nos anunció como la Buena Nueva, “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella” dice Salmo 37:29. Entonces, el delito y la injusticia serán cosa del pasado. La Tierra y la sociedad humana experimentarán una transformación nunca antes vista (Isaías 11:9; 2ª Pedro 3:13). Esta es la esperanza sólidamente fundada que abrigamos los cristianos.

¿QUÉ DEBEMOS HACER HOY?

Debemos reconocer que los cristianos como agentes de cambio, como luz, sal y levadura podemos enfrentar los males que aquejan a nuestro país y salir victoriosos, actuando conforme la Palabra de Dios, de la cual haré la siguiente paráfrasis: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar; porque ahora he elegido y santificado este país, para que esté en El Salvador mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán aquí para siempre”. (2º Crónicas 7:14 – 16). Hago por este medio una convocatoria al pueblo salvadoreño, a los cristianos de distintas confesiones, a judíos y musulmanes, al Presidente de la República, Ministros y demás gobernantes, a los diputados, a los alcaldes, a los jerarcas eclesiásticos, pastores y sacerdotes, a los dirigentes empresariales y sindicales, a los partidos políticos, a las fuerzas armadas, a la Policía Nacional Civil, a las asociaciones y fundaciones sin fines de lucro, a los medios de comunicación radial, televisiva y escrita, a los centros educativos, a las universidades y a todos los que están en eminencia y a la población entera, para que nos unamos en un clamor nacional en la forma en que la Palabra de Dios, antes transcrita, lo dispone. Escojamos un día emblemático para que todo El Salvador se una al esfuerzo de parar los homicidios y podamos tener un día de CERO HOMICIDIOS EN EL SALVADOR. Logrando esto, será menos difícil lograr la TASA CERO de homicidios en nuestro amado país.

San Salvador, 8 de febrero de 2,010.

Agradeceré sus comentarios y recomendaciones a las siguientes direcciones:

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