lunes, 14 de septiembre de 2009

SER CRISTIANO


EXPOSITOR:


Dr. Jorge Martínez Menéndez
San Salvador, 5 de septiembre de 2,009.










A los cristianos no se les conoce por su pertenencia a una religión, por memorizarse textos bíblicos, por su asistencia regular a un culto religioso, porque de su pecho cuelgue una cruz o lleve un rosario en su mano. Jesús dejó claramente establecido que por nuestro fruto seríamos conocidos. Es con nuestra conducta, con nuestra manera de vivir y de relacionarnos con los demás, que podemos ser conocidos como cristianos. Analicemos a continuación seis Características que identifican a un cristiano de verdad, siendo autocríticos tanto a nivel personal, como a nivel nacional, ya que nuestros países se dicen cristianos y quizá la realidad lo desmienta.


1. BUEN TESTIMONIO


Dios demanda de todo cristiano que sea un testigo fiel y como modelo de testigo fiel envió a Su hijo Jesucristo. Testificar no es sólo de palabra, principalmente es con nuestra manera de obrar o testimonio de vida. Es amar al prójimo, evitar de hacer lo malo y hacer el bien. El Apóstol Pablo
nos desafía a ser epístolas vivas. Jesús es el “Testigo Fiel” por excelencia: “…y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre”
(Apocalipsis 1:5)
Como cristianos podemos ser testigos fieles o falsos. Es fiel quien hace la voluntad del Padre y sigue las enseñanzas de Jesús. Es falso quien llamándose cristiano lleva una vida pecaminosa, siendo adúltero, vicioso, corrupto, etc.
“El testigo verdadero no mentirá; más el testigo falso hablará mentiras.”
(Proverbios 14:5)

2. IMITADOR DE LO BUENO


Los humanos tendemos a imitar modelos y los publicistas lo saben muy bien, lindas señoritas o caballeros de buen ver, lucen prendas de vestir que luego adquirimos pensando en vernos como ellos. Dios conoce nuestras debilidades y por eso envió a Su hijo como el Varón Perfecto cuya estatura debemos alcanzar; en otras palabras, Jesús es el modelo a imitar y bien lo entendió el Apóstol Pablo, quien escribió a los corintios, exhortándoles a imitarle a él, así como Pablo imitaba a Cristo.
“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.” (1ª Corintios 11:1)
Es imposible llamarnos cristianos si llevamos una vida de pecado. El que hace lo malo no es de Dios ni le ha visto. La Biblia diferencia entre la práctica del pecado y un pecado eventual, ya que todos pecamos, todos cometemos errores, pero lo que Dios no acepta es que hagamos del pecado una práctica y pretendamos justificarnos en la vida de pecado de líderes religiosos; si eso hacemos estaremos imitando lo malo.
“Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios” (3ª Juan 11)


3. NUEVA CRIATURA


Ser cristiano obliga a ser diferente. Al que lleva una vida de pecado en la Biblia se le identifica como mundano y al que observa una conducta correcta por su fe cristiana, se le conoce como nueva criatura o hijo de Dios. Jesús explicó a Nicodemo que los humanos podemos nacer dos veces. El nacimiento de la carne que es cuando nacemos del vientre de nuestras madres, y el nacimiento del Espíritu que es cuando entregamos nuestras vidas a Jesús y orgullosamente nos decimos cristianos.
El nuevo nacimiento significa dejar atrás al viejo hombre con todos sus defectos y pecados e iniciar una nueva vida.
“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3)
Si seguimos practicando el pecado, el viejo hombre no quedó atrás, no tenemos una vida nueva, ni hemos experimentado el nuevo nacimiento. Es decir, no somos cristianos y no podemos ver el Reino de Dios, por una sencilla razón: vivimos en el reino de las tinieblas.
Pero la solución es nacer de nuevo y estar en Cristo.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2ª Corintios 5:17)
Jesús es misericordioso, perdona nuestros pecados y nos ofrece la oportunidad de librarnos del viejo hombre, de sus vicios y malos deseos.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos” (Efesios 4:22)


4. ARREPENTIDO Y CONVERTIDO


Si nos llamamos cristianos y andamos en malos pasos, Dios nos exhorta al arrepentimiento y que comencemos a obrar bien, de lo contrario amonesta que vendrá pronto y podrá privarnos de Su luz si no nos hubiéremos arrepentido. Si después de un examen de conciencia confesamos ante Dios nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos. El perdón de Dios es la puerta de entrada a Su Reino.
“Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.” (Apocalipsis 2:5)
El arrepentimiento es el compromiso ante Dios de no continuar en malos pasos. Al arrepentimiento le sigue la conversión que significa dar un giro de 180º a nuestra vida. Sin conversión nuestros pecados no son borrados, ni podemos recibir las bendiciones que provengan de la presencia del Señor.
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19)

Dios envió a Su hijo Jesús para que nosotros nos libremos de nuestras maldades.
“A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.” (Hechos 3:26)
Algunos creen ser salvos porque nacieron en un hogar cristiano o porque asisten a determinada iglesia o religión cristiana; dicen creer en Jesús, pero sus obras testifican lo contrario, o sea, son testigos falsos ¿Les servirá de algo la fe sin obras? La respuesta está en la Palabra de Dios.
“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?” (Santiago 2:14)
La Biblia es contundente, una fe sin obras es muerta, y si las obras del que dice tener fe son malas, su fe es “remuerta”.
“Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. (Santiago 2:17 – 18)


5. ESPÍRITU DE SERVICIO


Según el diccionario bíblico, los nicolaítas dividían al pueblo de Dios en laicos y sacerdotes. Según estos, los únicos que servían a Dios y tenían autoridad eran los sacerdotes. Dios aborrece a los nicolaítas porque ha instituido el sacerdocio universal, cada cristiano es rey (tiene autoridad) y es sacerdote (sirve en la obra de Dios). Hasta el día de hoy , muchos cristianos siguen la doctrina de los nicolaítas y van a las iglesias, participan de actos litúrgicos o asisten a reuniones cristianas, pero para ser servidos y no se sienten responsables, ni comprometidos a servir en la obra de Dios.
“Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.” (Apocalipsis 2:6)
Jesús es claro, que le siga el que le sirve y será honrado por el Padre. El que no le sirve que no le siga. Mucho ayuda el que poco estorba; y el que no vive para servir, no sirve para vivir.
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.” (Juan 12:26)
A Dios se le sirve con alegría. Quien no sienta la necesidad y la alegría de servirle, debe ser sincero con Dios y consigo mismo, debe arrepentirse y convertirse, después servirá con alegría. A Dios se le sirve sirviendo a nuestro prójimo, dando de comer al hambriento, de beber al sediento y
vistiendo al desnudo. Jesús dijo lo que hicisteis a un necesitado a mí me lo hiciste. También se le sirve compartiendo Su Palabra que es el pan que alimenta nuestro espíritu.
“Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo.” (Salmos 100:2)


6. PROMOTOR DEL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA

El pecado es la injusticia, San Juan en su primera epístola, capítulo 5 versículo 17, lo afirma así:
“Toda injusticia es pecado”. Jesús por su parte sufrió el martirio en la cruz para quitar el pecado del mundo y por eso en la oración modelo pidió a Dios Padre: “… venga Tu Reino y hágase Tu voluntad aquí en la tierra…”.
El cristianismo no es una fe espiritualista o etérea. El cristianismo no es una fe de ultratumba. Ser cristiano significa sentirme desafiado a cambiar mi vida en lo individual, pero sin quedarme atrapado en el individualismo. Porque ser cristiano implica ser sal, levadura y luz del mundo. La sal sirve para que los cuerpos no se corrompan, así, a un pescado se le recubre de sal preservándolo de la descomposición. Las sociedades o naciones son masas que padecen la injusticia, la pobreza,
la enfermedad y otros males; necesitan de la levadura cristiana que las levante y les haga superar sus males. Las naciones andan a oscuras, tropezándose unos con otros sin encontrar el camino, aquí es donde el cristiano debe ser lámpara de luz. Ante un mundo que se derrumba ante la injusticia, un cristiano debe ser promotor de la esperanza, debe ser promotor del Reino de Dios y su justicia, que es la buena nueva de Jesús. Un cristiano no puede ni debe vivir de espaldas a los problemas que afligen a su nación, escudándose en un falso espiritualismo.