sábado, 27 de marzo de 2010

Una esperanza segura




Autor desconocido

Dios quiere que seamos personas con deseos y expectativas que nos motiven y enriquezcan. Pero las decepciones que producen las esperanzas no cumplidas seran inevitables mientras vivamos en este mundo caido. Como podemos saber donde poner nuestra esperanza, y como responder si estas no se cumplen?

La esperanza es segura cuando es conforme a los deseos del Señor, que estan revelados en la Biblia. Sin embargo, muchas de nuestras expectativas estan basadas en deseos o sentimientos. Anhelamos tener ascensos en el trabajo, buena salud o soluciones faciles a nuestros problemas. Pero, aunque necesitamos estas cosas, no tenemos la promesa absoluta del Señor de que son parte de su voluntad para nosotros.

Podemos decepcionarnos de Dios cuando nuestras expectativas no coincidan con su plan. Aunque nuestra esperanza este basada en una promesa biblica, es posible que el Señor no la cumpla de la manera ni en el tiempo que nosotros esperamos. Dios puede parecer inactivo, pero El se esta moviendo debajo de la superficie, preparandonos para el futuro.

El secreto para tener contentamiento esta en poner todas nuestras esperanzas en el Señor. Dios es bueno y soberano, siempre quiere lo mejor para nosotros, y nunca se equivoca. Sus caminos son mas altos que los nuestros, los que, de muchas maneras, estan mas alla del entendimiento humano.

Desde nuestra limitada perspectiva, podemos ser como un niño que desea tener chocolate en cada comida. A veces, Dios tiene que frustrar nuestras esperanzas para poder darnos lo que El sabe que es mejor. Pidale que le aclare y dirija sus deseos, para que estos coincidan con sus caminos; descanse luego en la misericordia de Dios, y mantenga su esperanza puesta en El.

EL DIEZMO

Dr. Jorge Martínez Menéndez



La palabra “diezmo” significa literalmente “un décimo” y comúnmente es usada para referirse a dar el diez por ciento del ingreso para Dios. Sin embargo, desde el comienzo, debe hacerse notar que en ningún sitio fue el diezmo en dinero. El diezmo en el Antiguo Testamento siempre se refería al producto de la tierra y de las crías. Algunos creen que esto fue así porque la gente vivía en una sociedad agrícola. Aunque esto es verdad, “el dinero” sin embargo, es mencionado, al menos treinta veces en el libro de Génesis.

Por lo tanto, antes que el diezmar se mencionara en la ley de Moisés: Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová” (Levítico. 27:30), ya se había mencionado el dinero cerca de cuarenta veces. La última referencia al dinero antes de mencionar el acto de diezmar en la ley de Moisés provee incluso reglas para un antiguo sistema bancario: No le darás tu dinero a usura, ni tus víveres a ganancia.” (Levítico 25:37).


En el Antiguo Testamento consta que Abraham diezmó a Dios: y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo (Génesis 14:20); en el Nuevo Testamento consta que Abraham diezmó al Sumo Sacerdote Melquisedec: Considerad, pues, cuán grande era éste (Melquisedec), a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín.” (Hebreos 7:4).

La ley de Moisés incluye estipulaciones acerca de los diezmos:

Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová. Y si alguno quisiere rescatar algo del diezmo, añadirá la quinta parte de su precio por ello. Y todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será consagrado a Jehová. No mirará si es bueno o malo, ni lo cambiará; y si lo cambiare, tanto él como el que se dio en cambio serán cosas sagradas; no podrán ser rescatados” (Levítico 27:30-33).


EL DIEZMO ERA ENTREGADO A LOS LEVITAS

Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión” (Números 18:21).


El levita carecía de bienes. El diezmo tenía una función social.

Y no desampararás al levita que habitare en tus poblaciones; porque no tiene parte ni heredad contigo. Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren” (Deuteronomio 14:27-29).

Un texto bíblico que se usa constantemente en las iglesias para abordar el tema del diezmo es

Malaquías 3:8 - 12:

“¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos”.

El diezmo mencionado por el profeta es el diezmo levítico (Números 18:21). Las ofrendas a las cuales se hace referencia era una fuente principal de ingresos de los sacerdotes y era una ofrenda requerida (no era voluntaria). Teólogos sostienen que la Invitación a probar a Dios está limitada al contexto de Malaquías 3 y no debe ser universalizada. Por esta razón, la recompensa agrícola prometida no se puede aplicar hoy día.

Si el texto de Malaquías fuera aplicado hoy, las ofrendas serían obligatorias al igual que los diezmos. Por lo tanto, si alguien diera solamente el diezmo, esta persona aún estaría en pecado por robar las “ofrendas” de Dios.


EL DIEZMO EN EL NUEVO TESTAMENTO

Las referencias a diezmar en el Nuevo Testamento están limitadas a tres pasajes. En Mateo 23:23: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello!”. Estas palabras de Jesús fueron dirigidas a los judíos que aún estaban bajo el Antiguo Pacto y por lo tanto obligados a dar conforme la Ley.

De la misma manera, Jesús en Lucas 18:9-14 denuncia el orgullo religioso inapropiado basándose en el solo cumplimiento de la ley: A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido”.

Finalmente, Hebreos 7, se refiere al Padre Abraham diezmando Abraham de los diezmos a Melquisedec. Ninguno de estos tres pasajes tiene el diezmar como tema principal, y ninguno ordena diezmar para la nueva era del pacto. Jesús cumplió los requerimientos de diezmar y los reemplazó con una orden para los creyentes del Nuevo Testamento de entregarse a sí mismos a Dios y dar abundantemente de sus recursos. El Apóstol Pablo explica la forma en que se debe ofrendar según el pacto de la Gracia, diciendo:

2ª Corintios 9:7: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”.

No estamos aceptando que esté bien dejar de dar. De hecho, el Nuevo Testamento tiene suficiente guía acerca del tema de dar. 2ª Corintios 8 nos dice que el dar debe ser un acto de equidad, en el que quien mucho tuvo, no le sobró, porque al que tuvo poco no le faltó, solidariamente la abundancia de uno suple la escasez de otro. Sin embargo, no se menciona nada con respecto al diezmo, se refiere a ofrendas o donaciones.

1ª Corintios 16:1 – 4: “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo”.

Finalmente queda la interrogante si las ofrendas deben darse a una institución religiosa o a los necesitados. Algunos consideran que el cristianismo no fue diseñado para convertirse en una o más religiones institucionalizadas, sino más bien es un movimiento al que la institucionalidad debilita y distrae. En tal caso, las ofrendas deberán orientarse al necesitado. Pero, si una persona voluntariamente milita en una religión y tiene ésta entre sus normativas el diezmo obligatorio, esa persona deberá diezmar tal como la iglesia lo estipula, no por mandato bíblico, sino acatando de manera voluntaria la normativa religiosa. San Pablo define la iglesia no como una religión institucionalizada sino como el cuerpo místico de Cristo.

El Apóstol Santiago, responde a quienes se preguntan cuál es la verdadera religión diciendo: Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. (Santiago 1:26 – 27). Describe la religión no como una institución, sino como una práctica de obrar bien. En consecuencia, el ofrendar según el nuevo pacto, no es una exigencia bíblica, ni constituye un porcentaje de nuestros ingresos, sino que se debe dar como propusimos en nuestros corazones, no con tristeza, no por necesidad, no por obligación, porque Dios bendice al dador alegre.