sábado, 20 de febrero de 2010

“EL HOMICIDIO OFENDE AL DIOS DE LA VIDA”

El Evangelio anuncia la buena noticia: Dios ha venido al mundo para redimirlo y restaurarlo.
Este anuncio tiene vigencia y poder de transformación para una sociedad marcada históricamente por el derramamiento de sangre, por el deterioro del medio ambiente, por fuerzas políticas que no atienden las preocupaciones nacionales, por iglesias que con afán proselitista dejan de lado la promoción del Reino de Dios y Su justicia y se identifican con proyectos humanos, sean de izquierda o de derecha.
Jesús declara que fuimos hechos para la vida y no para la muerte. La muerte es la expresión del pecado y Jesús, el Salvador del Mundo, apareció para quebrantar el poder del pecado y para deshacer las obras del padre de la muerte, el diablo.
Más allá de nuestra militancia religiosa, sin atribuirnos el patrimonio de la verdad, nos identifica el compromiso de promover el Reino de Dios, el cual proclama que la creación entera ha entrado en un proceso de restauración cósmica, que el poder del pecado ha sido quebrantado en la cruz y que el mundo tiene la esperanza de vivir en paz y en justicia. El Evangelio pregona que aunque la tierra está “desordenada y vacía y
las tinieblas la cubran”, el Espíritu de Dios ha sido dado como garantía que la redención llegará a su plenitud.
Inspirados en la buena nueva de Jesús, nos acercamos a nuestra nación para decirle que el trono de Dios no está vacante. Él reina y Su plan de salvación está en marcha.
Estamos conscientes que la violencia se ha desbordado en El Salvador, pero confiamos en el pronto auxilio de Dios, quien puede ayudarnos a salir victoriosos en este difícil momento de nuestra historia.
Como representativos del movimiento evangélico salvadoreño, y con el propósito de contribuir en la construcción de una sociedad marcada por el Shalom, la justicia y el amor de Dios, hacemos los siguientes considerandos:
I. Que la incontrolable violencia que se sufre en El Salvador, no sólo por la ausencia de valores morales y espirituales, sino también por los intereses mezquinos de quienes se lucran de ella, aflige el alma nacional.
II. Que el gobierno, los partidos políticos y la sociedad civil organizada, por discrepancias ideológicas e intereses particulares, no han logrado unir sus esfuerzos para superar la violencia, la corrupción, la pobreza y la muerte.
III. Que la desesperanza abate a la nación por la falta de acciones eficaces ante la inseguridad nacional.
IV. Que más del 90 por ciento de la población salvadoreña se confiesa cristiana (evangélicos y católicos), pero no hemos podido impactar con los valores del Reino a nuestra sociedad, habiendo permitido la entronización de una sub cultura de violencia.

PROPONEMOS:

A. Reinventar la sociedad salvadoreña. Las políticas represivas de combate a la delincuencia han sido ineficaces, por lo cual, es necesario que con inteligencia y creatividad, reinventemos nuestra sociedad, con nuevos planes de estudio que fomenten principios y valores cristianos, que promuevan un nuevo hombre y una nueva sociedad de justicia, paz y gozo.
B. Un nuevo Acuerdo de Nación para tratar la violencia. Desde la firma de los Acuerdos de Paz, en Chapultepec, nunca como ahora fue tan necesario un Nuevo Acuerdo de Nación, fundamentado en un sincero, estructurado y plural Diálogo Nacional, que analice y debata a profundidad, la crisis de violencia que vivimos, sus causas, sus efectos y sus posibles soluciones, buscando definir políticas y acciones concretas a seguir, como normas de observancia obligatoria
sin distingos políticos e ideológicos.
C. Unidad en la acción. Que tanto gobernantes como gobernados participemos activamente en un esfuerzo unido para superar la violencia y establecer una cultura de paz.
D. Un mayor compromiso cristiano. Los evangélicos constituimos una reserva moral y debemos asumir, con sentido unitario, nuestra responsabilidad de ser luz en medio del valle de sombra de muerte en que nuestro país se ha convertido. Cada evangélico debemos ser agentes de cambio para transformar
nuestra realidad adversa en un resplandor de la gloria venidera.
E. Una Convocatoria Nacional al pueblo cristiano. Demostremos nuestra unidad en la acción, haciendo realidad la demanda de Dios plasmada en el 2º Libro de Crónicas, Capítulo 7, Versículo 14: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus
pecados, y sanaré su tierra”. Es el momento para derribar barreras denominacionales y unirnos en un clamor nacional, levantando nuestras manos al cielo y extendiéndolas solidariamente a todos los que sufren la violencia.

RECONOCEMOS:

Que el país es de todos y con nuestro esfuerzo y el auxilio de Dios se obrará el milagro.
Atendamos este llamado, en nuestras manos está la posibilidad de contribuir a desmontar la violencia imperante. La tarea es difícil, pero no imposible. Reinventemos nuestra nación, seamos partícipes de la reconstrucción de sus muros caídos respaldados por el Dios Todopoderoso.

San Salvador, 10 de febrero de 2010.

Pastor Jeremías Bolaños
Pastor Juan Carlos Hasbún
Pastor Francisco Karra
Asambleas de Dios Alianza Evangélica CEFAD, AD
Pastor Edgar López Bertrand
Pastor Mauricio Navas
Pastor Joe Padilla
Tabernáculo Bíblico Bautista
Iglesia del Camino Ministerio Internacional Judá
Pastor Daniel Quintanilla, Carlos H. Rivas
Pastor Teófilo Rivas
Iglesia Cristo Te Llama Iglesia TAI UNPES
Pastor David Ramos, Jorge Martínez Menéndez
Pastor Mario Vega
Iglesia Bethania Paravida Misión Cristiana Elim

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